Palabras: triste, canción, avión, material, verde, esfera, marcha, fuerza, pelota, oso, martes, estrella, locura, bailar, mirar, aprender, amarillo, luz.
Julio estaba triste. No sabía porqué...el escuchar la letra de la canción le había hecho daño. Lo presintió desde el momento en que puso "play" a la lista del "itunes", sin embargo, no se detuvo. Era hora de abordar el avión. Estaba cansado. Era exitoso en su trabajo, pero algo le hacía falta y no sabía que era, tal vez el material con que se entretejen los sueños era lo que tanto anhelaba, el punto era que aún no lo descubría. Inglaterra era verde, de eso no cabía la menor duda, pero la impresión que había causado en él no era la que esperaba. Todo le había parecido plano, apagado, sin color, triste, sin la magia de la que todos le habían hablado, el acento de los ingleses incluso llegó a molestarle...el director del departamento de publicidad de una empresa tan grande debería de tener una visión global de la situación por la que atravesaba actualmente la compañía, pero las circunstancias no ayudaban en nada, sus juicios eran precipitados y sus facetas pobremente fundamentadas. En las juntas y las conferencias del viaje todo había salido "bien" pero el estaba TRISTE. La esfera en la que se desenvolvía era tan elitista, tan falsa, tan arrogante...algunas veces divertida, no podía negarlo, pero a su vida le faltaba algo, el toque especial que nos hace ir más allá de lo convencional, que nos hace dar siempre un extra. Pero bueno, pensó que todo se arreglaría sobre la marcha, como casi todo el tiempo lo hacía...lo que no notaba era que en ese "sobre la marcha" se le habían ido ya varios años y una mujer demasiado valiosa. La gente comenzó a formarse en la fila y Julio se levantó lentamente del asiento, le faltaba la fuerza que lo había caracterizado durante tiempos pasados...¿Qué diría Olga si lo viera? ¿Aún lo recordaría? ¿Que sería de su vida en estos momentos? preguntas se aglutinaban en su mente y el avanzaba lentamente, cargando su maleta rumbo a la puerta del túnel que lo conduciría a su asiento. La pelota....Carlos le había encargado una pelota especial y no la había comprado. Esos eran los detalles que siempre echaban todo a perder. Su sobrino era muy importante en su vida, era como el hijo que nunca había tenido, tenían una conexión especial, pero últimamente, repito, su mente deambulaba por todos los sitios imaginables menos por donde debería. El oso de peluche que había comprado para él no sería suficiente....la incógnita era porqué no se había acordado de algo tan simple como una pelota con la bandera de Inglaterra. Para cuando llegara a México ya sería martes y eso le incomodaba. Últimamente esperaba el fin de semana con ansias para no tener que lidiar con todo el mundo en la oficina y poder hacer lo que a él realmente le gustaba, jugar rugby. Era su gran pasión oculta, casi nadie en la oficina sabía del hobby del director de publicidad, tan serio y trajeado, probablemente no imaginaban la fuerza con la que derribaba a sus contrincantes. Alguna vez se había prometido a si mismo dejarse guiar por la estrella de sus deseos, es decir, hacerle caso un poco más a sus sentimientos y no tanto a lo que "debía" de ser, pero esa era una gran locura. Olga siempre le decía que los sueños son para perseguirse pero sobre todo para alcanzarse. Su cabello largo y lacio, sus manos tibias, su mirada tierna, extrañaba todo de ella y no entendía como las cosas habían terminado asi, de la nada. Tal vez debería de invitar a bailar a la chica que tanto lo miraba cada vez que salía del elevador. Todas las mañanas se daban los buenos días, pero nada sucedía más allá de un frío saludo. Ella le parecía linda, pero no tenía el valor para decírselo, no en este momento. Bueno, lo pensaría...tal vez el próximo viernes sería el adecuado. Mirar a través de los ojos de alguien más era una utopía, hermosa y absurda. Había llegado a esa conclusión después de la última reunión del viaje. Y era muy fuerte que a sus 38 años pensara así, pero la vida lo había hecho duro. -Venimos a aprender- penso, no lograba comprender del todo porque era que había algo en el pecho que lo mantenía inquieto. La gente había terminado de abordar y Julio tomó en sus manos la revista que tenía en frente, el color amarillo brillante de la portada le había gustado ya que se relacionaba con la campaña que acababa de aprobar. Uno siempre encuentra una idea para justificar sus decisiones y corroborar que lo que se hace es siempre lo correcto. Se recostó y pronto quedó sumergido en un profundo sueño. En menos de 24 horas estaría trabajando una vez más y, lo que es peor, seguiría seguramente sin comprender porque el tedio lo abrumaba y todo le parecía tan obscuro. Para poder ver la luz es necesario estremecerse y vivir como si cada instante fuera el último.