La historia que conforma el poema de la entrada pasada nació junto al mar hace más de diez años, sin embargo siempre confundo a la gente que me lee. Cuando le escribo a uno, creen que me inspira el otro y visceversa.
NO puedo dormir. Desde que encendí el motor del auto lo sabía, sabía que algo no saldría del todo bien, sin embargo seguí el camino. No pensé que fuera a terminar riéndome de mi misma y cuestionando una vez más sobre el objetivo del camino que comencé cierto día, sentada en un jardín del Pedregal. Esto que escribo no tiene pies ni cabeza y quien lo lea, seguramente se reirá una vez más de mí. Lo único que se es que me siento tan....extraña que nisiquiera podré catalogar estas líneas como ahora se que se puede hacer con la "barrita" de abajo. Estoy desvariando demasiado. Mejor voy a terminar la edición de marzo porque si no voy a enloquecer imaginando historias lúdicas. No fue necesario un café turco. El the chai también quita el sueño. Salir con un martini a bailar y reír a carcajadas sin parar...fue algo que le habría dado el toque de locura total a esta noche pseudo literaria. Adios.
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