martes, 3 de marzo de 2009

Rojo

Federico odiaba la sopa de tortilla. Su madre le había hecho comer tantas veces ese asqueroso caldo rojo que cada vez que se lo presentaban en alguna degustación prefería decir que le daba alergia.
Lo irónico era que ahora estaba frente a una experimentada chef que había recibido un premio por haber escrito un tratado de gastronomía y sin más ordenaba ese platillo en el lujoso restaurante fusión ubicado en Presidente Masarik.
Qué contradicción, el olor le parecía nauseabundo, sin embargo, al mirarla, toda sensación de malestar desaparecía. No podía creer que hubiera encontrado a su alma gemela después de tantos años, y lo más absurdo era que todo había sido casualidad del destino, sin embargo, ella ni siquiera se inmutaba…charlaba y comentaba el punto, cualquier punto, mientras él la miraba embelesado.
-¿No te parece que los holandeses son una civilización evolucionada por hacer legal el uso de las drogas?- le preguntó.
-Discúlpame, Karina, no te estaba poniendo atención, replicó Federico,- ¿Qué decías?-
-Estás algo ausente… ¿Te pasa algo? Dijo ella, mirándolo fijamente con sus profundos ojos verdes.
-Me pasa que cada vez que te miro me pierdo en el infinito y confirmo que soy el hombre más feliz del mundo por tenerte-
-Gracias, pero creo que exageras…apenas y me conoces, te platicaba sobre mi último viaje a Ámsterdam, cuando fui a la presentación de “Sabores Mexicanos”…agregó.
El primer tiempo transcurrió rápidamente, charlaron sobre los viajes de ambos a diversos lugares del mundo. Con una importante empresa constructora a cargo, Federico había tenido la oportunidad de conocer las más diversas latitudes, sin embargo no dejaba de asombrarse de que a sus 35 años Karina fuera una mujer independiente y poseedora de tantos conocimientos, no solo en el ámbito gastronómico, sino de toda índole.
Estaba demasiado embobado con esta mujer pelirroja que había conocido tan solo dos noches antes. Extrañamente habían terminado haciendo el amor en un cuarto del mismo hotel en donde se ofrecía la fiesta. La experiencia vivida había sido sublime para Federico, era impresionante que quisiera borrar de tajo el pasado y pasar el resto de su vida con ella.
Clara era el lado contrario de la moneda en todo sentido, siempre había sido recatada, no expresaba fácilmente sus opiniones y siempre estaba de acuerdo con lo que dijera su marido, a quién describía “como el hombre ideal desde que se cruzó en mi vida desde la universidad”.
Su romántica historia era tan perfecta como la ropa de su clóset, acomodada por colores. Desde la luna de miel había tomado el mando de la vida de Federico, y ordenaba a la sirvienta que también acomodara por colores las prendas del clóset de su marido, quién por primera vez, después de diez años de casado le había sido infiel con la afamada chef…que le había mostrado nuevas formas, sabores y colores…diferentes a los del clóset.
Cuando Federico le dijo a Clara que se había quedado hasta tarde en la oficina y había preferido dormir en el sillón pues tenía una junta muy temprano al día siguiente Clara no había dicho nada más que:
–Hay corazón, me hubieras avisado, teníamos partido de tenis en la mañana en el club, era la fase final de calificación y ahora no podremos jugar contra los Nieto-.
Acto seguido Federico había pedido disculpas y prometido enmendar su error. Era impactante que Clara le tuviera tal grado de confianza, cualquier otra le había armado un escándalo, pero su esposa era tan maravillosa que el tedio del matrimonio, las comidas y el vaivén de la vida en pareja ahora le parecían monótonos.
Hablaron y hablaron, como la primera noche en que bebieron tanta champaña que el tema parecía no terminarse, ella tenía planes para viajar y seguir dando a conocer al mundo “los sabores mágicos de una cultura tan rica como la mexicana”; siempre que la entrevistaban para algún diario de renombre o en algún programa de televisión utilizaba frases parecidas, que engrandecían el orgullo que Karina sentía por su país.
Dieron las cuatro de la tarde, y cuando disfrutaban de un delicioso Flan Napolitano Art Decó, como se llamaba el postre más famoso de este lugar sui-géneris en gastronomía llamado simplemente “Azteca”, Karina escuchó el sonido de su celular.
-Discúlpame Federico, pero tengo que atender…es mi asistente que tiene programado un vuelo para mañana muy temprano, el cual le pedí que cancelara para poder terminar de revisar el prólogo de la nueva edición.
-Si, mi amor, no te preocupes, contesta, si tu asistente te llama es porque debe de ser algo importante.
Acto seguido Karina sonrió, se paró de la silla y caminó hacia la entrada provocando que más de uno la mirara debido al volátil vestido color lavanda que portaba.
-Gracias Paola, si, estaría mejor si saliéramos el miércoles a las cinco-
Súbditamente se empezaron a escuchar los disparos, la gente comenzó a gritar y la mayor parte de los comensales se tiraron al suelo. El celular salió volando y entre el caos y la confusión los amantes se perdieron de vista.
Federico estaba helado, no podía correr, quería gritar pero algo se lo impedía, era un asalto…o al menos eso parecía. Eran dos hombres vestidos de negro con la cara pintada de morado, era como una pesadilla, como la escena de una película de Fellini, sin embargo, era real… no podía creerlo. Quería gritar, quería correr y buscar a Karina, pero el miedo lo paralizaba.
El primero de los hombres entró y corrió hacia el centro del lugar…apuntó con el arma a un joven de escasos 18 años, disparó un último balazo al aire y gritó –No están, vámonos-.
El alboroto cesó y los hombres salieron del mismo modo en que entraron, abruptamente.
Un inmenso charco de sangre comenzó a formarse alrededor del cuerpo de la única herida, Karina Ciprez.
-La ambulancia ya viene para acá- dijo un hombre vestido con uniforme mientras Federico corría a sostener el cuerpo entre sus manos.
Era demasiado tarde, la sopa de tortilla siempre le recordaría los regaños de su infancia y el día en que perdió la esperanza de volver a amar.
A. L. 030309




1 comentario:

  1. ¿Y si los hombres de negro fueran solamente el destino que se arrastra como caracol sobre una pared vertical para escalar hacia el misterio?

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