Lo que tenemos en común es la soledad que nos ronda. A veces, cuando estamos tranquilos aparece y los lastima, nos hiere, nos desangra el corazón. Los recuerdos vienen junto con ella y nos golpean, nos sacuden y nos hacen suspirar. Lloro porque ella es nuestra compañera y cada vez que nos visita nos hace perder la calma. Retomamos entonces el pasado, lo asimos y se nos escapa de entre las manos. Queremos vivir atados a él y gracias a esas ataduras no vemos la luz de un par de ojos que nos miran. Te miro y me miras. Yo lo intento y tu me esquivas. Porque el miedo a perderla es más grande. No podríamos vivir sin ella. Los años pasan y cada vez se vuelve más familiar, más cotidiana. Cada vez nos visita más seguido y nos recuerda que un día tuvimos un amor que no supimos cuidar. Quisiera tomarte de la mano. Quisiera abrir una brecha, un sendero distinto...pero ella nos contempla desde lejos y no podemos dejar de sentir su presencia. Casi sin pernsarlo la invocamos. Ella forma parte ya de nuestra vida. Déjame quererte, déjame correr para escapar de este delirio. Permíteme olvidar su rostro y vivir un sentimiento diferente, sin título ni nombre. Sólo déjame matar la soledad para poder caminar a tu lado.
Alejandra Limón
04 01 04
C. R.
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